Miedo del hoy, y del ayer.

Ayúdame a combatir el miedo. Ayúdame a creer, a sentir, a soñar.

Lo reconozco. Puedo llegar a ser bipolar. Puede sonar algo gracioso, y he de decir que a veces tiene su gracia, pero no siempre es así. Soy una persona con constantes subidas y bajadas, emocionalmente hablando. Y esto se debe a mi pasado. A todo eso que me ha tocado vivir, y que me gustaría olvidar, pero que siempre está presente. Y es que, desde que te hacen daño por primera vez, empiezas a desconfiar de la gente que te rodea. Y más, si la primera vez que te hicieron mucho daño fue cuando aún eras muy pequeño. Tan pequeño que ni siquiera sabías qué era aquello que tanto te afectaba. Pero yo sí lo sabía. Lo sabía, pero aún así me dolía. Desde aquel momento, me hice fuerte. No por dentro, sino por fuera. Creé mi propio escudo. No quería que volviesen a hacerme tal daño, y menos de esa forma. Siempre me decían lo mismo, lo que más me podía llegar a afectar. Y ahora que han pasado tantos años, aún sigo luchando contra ello. De ahí esa inseguridad. Ese miedo de poder perder a alguien casi sin darte cuenta. Ese miedo de conocer a gente nueva. Ese miedo, incluso de salir sola a la calle. Sé que lo superaré, o al menos intentaré dejarlo a un lado. De lo que estoy completamente segura es de que nadie, absolutamente nadie, hará que lo vuelva a pasar como hace 12 años. Este año ocurrió lo mismo, pero ya vale, nunca más. Lo juro.