¿Me susurras bajito, al oído?

Eres como un soplo de aire fresco en la mañana. Como el primer rayito de sol del amanecer y el último del atardecer. Único.



El viento y su silencio. Ese silencio que trae consigo tu nombre. Lo adoro. Se piensa que voy a olvidarlo, a olvidarte. Maldito iluso... (Nunca)


Hay silencios que no se olvidan. Silencios que podrían llegar a romperte el tímpano al llevar en su interior los gritos que el alma provoca cuando las cuerdas vocales se niegan a emitir sonido alguno; cuando el corazón está a punto de salir del pecho, pero la cabeza obliga a callar. (Miedo)


¿Sabes de esas lluvias que calan no sólo por fuera, sino que también hacen que te empapes por dentro? ¿Esas que podrías observar desde la ventana con un café caliente en la mano, pero que prefieres vivir? (Hmm, vida. Suena bien). A veces hay que vivir algo para entenderlo. Para mí, la lluvia era odiosa; no soportaba salir de casa y calarme entera, de arriba a abajo. (De hecho creo que sigo sin soportarlo...). Pero, sin querer, ese odio disminuyó notablemente la noche que salí a la calle con la única intención de mojarme. Sé que puede sonar estúpido. (Seguramente lo sea). Me limité a cerrar los ojos y sentir cómo iban cayendo sobre mí esas pequeñas gotitas de agua, una tras otra. Notaba cómo mi respiración acelerada tornaba a ser tranquila, apacible. (Calma). Sonreí y, al hacerlo, hubo algo que me sobresaltó de tal forma que mi corazón, junto con mi respiración, retomaron una velocidad de vértigo; el viento gritó su nombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

P-R-E-C-I-O-S-O. ESCRIBES ASDFGHJKL.

Anónimo dijo...

Ya lo sabes, perfecto, como siempre. Sabes que escribes genial y que con pocas palabras transmites mucho. Gracias.
Fdo: Boo abandonada.
PD: te quiere.