Ahora.


Madre mía. Hay que ver cómo cambia uno a lo largo de su vida, ¿eh? Empezamos como bebés, pensando por qué la gente nos pone caras raras y riendo por no hacer el feo. Seguimos como niños, adorando cada nuevo juguetito que vemos por televisión, y pidiéndoselo a nuestros padres. Creemos en los Reyes Magos, en el Ratoncito Pérez, en Papá Noel, sus elfos y sus renos. No tenemos ni una sola preocupación. No nos importa lo que piense la gente, lo que digan o dejen de decir. Jugamos. Como si tenemos que jugar solos. No nos importa, somos felices jugando, porque es lo que nos gusta. Eso sí, pasa el tiempo. Pasa sin que nos demos cuenta y, de repente, nos topamos con la adolescencia. Bueno, majo. "Adolescencia". Sí, todos sabemos lo que es: comenzamos con el pavo. Sí, sí, nos reímos por cualquier cosa, y a la mínima estamos llorando. Bipolares nos volvemos, o algo parecido. Empezamos a pensar en muchas cosas que nunca antes se nos habían pasado por la cabeza. Dudas, sobre muchas cosas. Nosotras, las chicas, tenemos una preocupación más, que todos sabemos. Pero no quiero hablar de eso, al menos hoy. No quiero hablar de cambios físicos o metabólicos, no. Quiero hablar de.. sentimientos. Raro en mí, ¿eh? Sí, sentimientos. De repente, te das cuenta de que ese chico de la clase que siempre te había parecido un tonto, ya no es tan tonto. Notas un cosquilleo cuando lo ves, y se te acelera el corazón. Sí, esa es una de nuestras mayores preocupaciones a comienzos de la adolescencia, los chicos. Nos enamoramos, y al día siguiente le odiamos. Pero luego le perdonamos porque es tan guapo... ¡No! Todo eso cambia cuando crecemos un poquito más. Seguimos siendo adolescentes, claro, pero nos damos cuenta de que no lo son todo, aunque ocupen una gran parte de nuestros pensamientos. Tenemos que centrarnos en estudios, familia, amigos, y en salir también, claro. Eso de la fiesta es como indispensable. Vivir la vida es lo que toca, sin tener más que las preocupaciones esenciales. Vivir, reír y llorar si hace falta, pero vivir. Porque lo que no haces ahora, no lo harás nunca.

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