Inteligencia emocional.


Capacidad de querer a alguien más que a ti misma. Dar cualquier cosa por esa persona. Sentir algo cuando le ves, que te provoca un cúmulo de sentimientos y emociones, impresionante. Le quieres; más bien, le amas. Te pones nerviosa cuando le ves. Un nerviosismo, que nunca jamás habías sentido: se te acelera el corazón, como si se te fuese a salir del pecho; una gotita de sudor resbala por tu frente, cuando no sudas ni corriendo los cien metros lisos. Le quieres, y lo sabes perfectamente. Pero, ¿él? ¿Acaso él lo sabe? No, posiblemente no. 
Caminas por la calle, con los cascos puestos. Siempre lo haces, para evadirte del mundo, de los infernales ruidos del motor de los coches, de los aviones cuando pasan, del cláxon de los camiones, de la sirena de una ambulancia, del verdulero del pueblo, de los niños gritando. Vas feliz, sin pensar en nada, tarareando o cantando la canción que en ese mismo momento suena en tu iPod, sin importarte si te miran o no por ir cantando por la calle, a plena luz del día. Miras a uno y otro nado, sin ver nada nuevo. Siempre es igual, la misma gente, las mismas tiendas, el mismo aire de monotonía. De repente, tu corazón da un vuelco al ver, al otro lado de la calle, a ese chico por el que mueres. Te detienes y, sin más, dejas de escuchar la música que desprenden tus cascos, porque sólo piensas en él; en él y en esos hermosos ojos grandes, en ese pelo que te gustaría acariciar cada segundo de tu vida, en esos labios que te encantaría besar. Es en ese preciso instante en el que te paras a pensar si sabe o no lo mucho que le quieres, que darías tu vida por él, que irías al fin del mundo e incluso le conseguirías la Luna. Sigues andando, por disimular. Claro, si se girase para mirarte.. buah, qué tontería.. mirarte a ti. Aunque tienes la cabeza agachada por pasar desapercibida, la levantas un segundo más, para volver a verle, aunque sea por última vez en todo el día. Y te sorprendes, porque él se gira para mirarte. Te observa. Observa tu pelo y tu sonrisa tímida. Pero, aún queda lo mejor: te busca. Busca tus ojos, quiere mirarte. Y tú buscas los suyos. Y ambos se encuentran, por fin. El tiempo se detiene, ahora sí. Los dos estáis quietos, mirándoos, aunque cada uno a un lado de la calle. La gente pasa por vuestro lado, incluso un chico en monopatín ha estado a punto de atropellarte, pero ni siquiera te has percatado. No existe nada ni nadie, sólo tú y él. Y te das cuenta de que es cierto aquello que dicen de que, más vale una mirada que diga todo, a mil palabras que no digan nada. Él te lo ha dicho todo, sin necesidad de mediar palabra. Te quiere, y eso es algo que nunca habrías imaginado, pero es así. Te quiere y le quieres. 

1 comentario:

Emmeys. dijo...

Wow! Qé texto más bónito! Esto si que es descargar adrenalina y expresar sentimeintos..y lo demás, tonterías!! MeEncantaa!! :)