Cómete el orgullo, igual el corazón engorda.

Yo he aprendido a reírme de mí. ¿Y tú? ¿A qué esperas?


¿Y lo bien que sienta un empujoncito cuando peor te sientes? Esa pequeña satisfacción, eso que te hace quererte un poquito más. Eso que realmente te anima, como un rayo de sol en un día de lluvia; como ese pequeño píxel de color en una foto en blanco y negro; como ese baño en el mar en verano. Y esas pequeñas cosas que te hacen ser feliz, se miden. Claro que sí. Se miden en sonrisas. Son cosas tan simples pero con tanto poder... Una palabra bonita, un pequeño gesto, un te quiero, un tú lo vales o un tengo ganas de verte. Es tan jodidamente guay sentirse feliz por dentro. Es por eso por lo que no llego a entender el hecho de que nos afecte más lo negativo. Esas malas intenciones. Lo te odio, eres mierda o muérete. ¿Por qué? ¿No debería ser al revés? Hmm. ¿Quién ha creado al ser humano? Quiero hablar con esa persona. Quier hacer una reclamación. Muy bien: dos ojos, una nariz, una boca, dos orejas... Genial todo. Pero, ¿por qué hay tan pocas personas -por no decir ninguna- que puedan ahogar su tristeza en un vaso de agua? No lo entenderé jamás. Mientras que encuentro a esa persona que se atrevió a crearnos, me seguirán haciendo feliz cosas como eres un sol, tengo ganas de ti, de verte, eres la mejor amiga del mundo, vales mucho, tienes un talento increíble, eres preciosa o me muero por darte un abrazo de oso. Esas son las pequeñas cosas que me han hecho feliz esta semana. Y las tuyas, ¿cuáles han sido? Valóralas. Serán las que marquen y creen tu futuro.

No hay comentarios: