Sunday.



Domingo. 12:00 a.m. Te acabas de despertar. Te levantas de la cama, te miras al espejo y piensas "qué pelos de loca". Te recoges el pelo con las manos, de cualquier manera, y te haces un moñete (que parece cualquier cosa menos eso) con la goma de pelo que llevas en la muñeca.


¿Te suena? Imagino que sí. No sé tú, pero yo odio los domingos. Casi ninguno salgo. Es deprimente. Estar pensando desde el momento en que te levantas pensar que no tienes nada que hacer, y desear que llegue la noche para dormir, deprime, mucho. Cocina - sofá - baño - sofá - ordenador - cocina - tele - ordenador - baño - cocina... Y, cuando llega la hora de dormir, te deprimes más al ponerte los cascos e imaginar algo imposible. Arg. Asco de domingos, en serio. Soy de las que opina que falta un día entre el sábado y el domingo. Aunque, existiendo el sábado, una no se puede quejar. Que lo mismo un día algún presi se nos aburre y le da por ponernos a trabajar de lunes a sábado. Aprovechemos.

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