Quiero esa púa.

Despertarte por la mañana, aturdida por ese asqueroso soniquete que tienes por alarma de despertador en el móvil, y que al ir a apagarlo, veas su foto porque la tienes en el fondo de pantalla es.. como si te quedases sin aire, y que al momento esbozases una gran sonrisa, con los ojos como platos. ¿Qué mejor manera de despertarse un lunes, o un martes, o cualquier día? Sí, desde luego es de lo mejor. Y si lo digo, es por experiencia propia. El niño que me encanta, ese del que tanto hablo. En realidad, sólo hablo de él aquí, en mi blog, porque es el único sitio en el que siento que se me escucha; bueno, más bien se me lee. Él es.. el mejor. Y no hablo por hablar, de verdad. Dicen que las apariencias engañan, y es cierto. Cuando vi su foto pensé madre mía, este chico qué guapo es, seguro que en cuando le diga hola, me dirá que quién soy, y que para qué le agrego, será mazo de borde, qué pena.. Pero no, no fue así. Todo lo contrario. Desde el primer "hola", se interesó tanto como yo. Poco a poco le fui conociendo y conocí a alguien que valía la pena de verdad. Un chico súper natural, sincero, simpático. Y, además, vergonzoso. Qué adorable. No voy a olvidar ni una sola cosa de todas las que me ha dicho. De echo, cada día pienso en todas ellas. ¿Por qué me brillan los ojos cuando pienso en él? Me miro al espejo, y le imagino ahí, enfrente de mí, rojo como un tomate. Y me encanta. Sueño despierta, que hago que me mire a los ojos, sin que desvíe su mirada a otra parte, que me quita el pelo de la cara, y me sonríe. Sólo con eso, sería feliz.

+ Gracias por existir.

- Lo mismo podría decir yo ;) Te quiero, y quiero verte ya.

¿Por qué lloré? No me lo preguntéis, la respuesta es sencilla. Es él, con el que quiero pasar el resto de mis días.